Hoy jugamos a: Wings of Glory.

La mañana amanecía tranquila sobre la trinchera situada en territorio belga. Protegida por las patrullas defensivas alemanas, nada hacía presagiar que la situación pudiera complicarse. 

Sin embargo, los globos de observación dieron la señal de alarma; un aparato británico de reconocimiento fuertemente escoltado por tres temibles Sopwith Camel se dirigía directamente a la trinchera central del entramado defensivo alemán. La Jasta 26 alemana no tuvo dudas de que la incursión alemana se dirigía a fotografiar el entramado defensivo alemán, con vistas a una futura ofensiva. Había que detenerlos pero no iba a ser nada fácil.  

Misión

 Los aliados tienen un objetivo primario para fotografiar y dos secundarios en las trincheras alemanas. Deben retornar a sus líneas portando las fotografías. La fuerza alemana debe impedirlo a cualquier precio, derribando el mayor número de enemigos posible. 

 


Los Aliados cuentan con tres unidades de uno de los mejores aviones de la Primera Guerra Mundial, el Sopwith Camel, para proteger a su aeronave de reconocimiento. Con una maniobrabilidad espectacular, su utilización efectiva no estaba al alcance de los pilotos menos experimentados, pues en sus virajes más extremos el morro se elevaba (giros a izquierda) o se hundía (giros a derecha). Entre julio de 1917 y noviembre de 1918 destruyó 1249 aviones enemigos, el mayor número de victorias de toda la guerra. Con tres de estos aparatos se escoltaría a un avión biplaza, compuesto por piloto y tirador de cola, que sería el encargado de fotografiar el entramado defensivo alemán y brindaría fuego de apoyo.

 

Únicamente el triplano Fokker Dr. I superaba en maniobrabilidad al temible aparato británico, pues precisamente en su diseño se habían inspirado en aquel. Los defensores contaban con dos de ellos. Al final de la guerra, aunque algo anticuados, seguían siendo aparatos temibles. Baratos y ágiles, ascendían y giraban con gran facilidad, a costa de tener un alcance y autonomía reducidos. El Barón Rojo fue quien mayor fama dio a este triplano, que alcanzó la cantidad de 318 unidades producidas desde octubre de 1917.

Por último, la patrulla defensiva alemana cuenta con dos unidades del Fokker D.VII Una evolución del modelo anterior con un motor mucho más potente que le otorgaba mayores prestaciones. No había duda de que este caza debía ser la joya de la aviación alemana, por encima del mencionado Fokker Dr. I y el espectacular Albatros D. V. Fue uno de los diseños más avanzados y muy pocos aviones aliados podían hacerle sombra, salvo el Snipe, sucesor del Camel, y el Spad XIII.


Informe de misión

Cerca de las líneas de trincheras se produce el primer contacto entre ambas fuerzas. Los Aliados atacan en formación cerrada, mientras que los alemanes  cargan desde los flancos. En las primeras refriegas se produce intercambio de fuego sin mayores consecuencias hasta que uno de los novísimos Fokker D.VII, quizás por un fallo de diseño o un impacto afortunado en el depósito de combustible, se convierte en una bola de llamas y cae al suelo ante la mirada de horror de sus compañeros.


Como puede verse, la gran estrategia aliada situó al defensor de la línea de trincheras en el arco de fuego del avión de reconocimiento y uno de sus escoltas. Sus posibilidades de supervivencia eran reducidas, pero la fortuita e inesperada explosión acabó con sus esperanzas. Mientras tanto, los combates eran feroces en todos los sectores y el intercambio de fuego iba dañando los diversos aeroplanos. Se producían los primeros encasquillamientos, humaredas y heridas a los pilotos. A destacar cómo uno de los Camel quedó seriamente dañado, con su piloto herido e impedido para maniobras complejas, pero se mantuvo en el aire. Uno de los Fokker también fue dañado y siguió batiéndose en inferioridad pese a los daños.


Cuando más daños acumulaba la patrulla aliada, que podía perder su superioridad local, la situación cambió. El avión de reconocimiento había conseguido tomar la foto, pero únicamente contaba con dos escoltas, pues el tercer escolta, herido, se había retirado del fragor de la batalla para desencasquillar ametralladoras y recuperar el resuello. Fue entonces cuando los dos restantes aviones de escolta, dañados, se pusieron a tiro de la defensa alemana, que podría haberlos derribado. No fue así, y al contrario, los aviones alemanes encasquillaron sus armas, perdiendo así la posibilidad de obtener la superioridad local. Por si fuera poco, uno de los intactos Fokker Dr.I fue dañado y también fue destruido por un impacto crítico. 


Superados en número y seriamente dañados, los defensores alemanes sufrieron  una grave derrota. Tras perder dos aviones y con uno de los dos restantes seriamente dañados, no pudieron impedir una victoria estratégica de los Aliados, que además de obtener el objetivo principal y uno de los dos secundarios, consiguieron derribar dos oponentes. La mala fortuna jugó en contra de los alemanes pero el adecuado planteamiento aliado de la situación no facilitó la tarea.



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