Estamos jugando a... Mago la Ascensión

Tras examinar detenidamente la estatua de Drake encontramos la clave. Al mirar por el cilindro formado por los mapas de piedra que sostenía en sus manos, localizamos una lupa refractaria que apuntaba a un botón minúsculo situado en la pared. Tras presionar el botón, como por arte de magia se abrió un compartimento con un cofre con finos adornos de oro. Tenía grabados algunos dibujos de una araña boca arriba, cuyas patas se transformaban paulatinamente en las raíces de la tierra. Al abrir el cofre encontramos que estaba lleno de tierra. Esa debía ser la nueva tierra que señalara Drake.

Con el cofre en nuestro poder, nos pusimos en camino hacia la universidad, donde contactamos con el profesor Sullivan. Él nos certificó que su antigüedad debía rondar los 400 años. Además, nos hizo prestar mayor atención a una daga grabada en el cofre, puesto que esa misma daga, al parecer, era una famoso objeto que obraba en poder de un excéntrico coleccionista de San Francisco, el millonario Corbin Strapler.

Sullivan se ofreció de nuevo a intentar restaurar los tapices que obraban en nuestro poder. Sólo nos pedía cuatro horas, y concedimos. Lo llevó a cabo y eso nos permitió observar las viñetas restantes. En una de ellas se volvía a ver la ahora familiar imagen del cofre, con la araña y sus patas que terminaban en forma de raíces de árbol. Al proseguir con la restauración de los tapices, para nuestra sorpresa, surgió una viñeta en la que aparecía representada la daga, con una gota de un extraño líquido en el borde de su filo. En otra escena abundaban los montículos de piedra con líneas trazando formas geométricas y cenefas.

Agradecimos a Sullivan su ayuda y antes de despedirnos, nos previno contra el siniestro Corbin y sus extraños caprichos. Cuando debatíamos el curso de acción a seguir, una llamada de Health Labs nos obligó a dirigimos hacia los laboratorios de Health Labs. Allí encontramos 2 furgonetas que estaban siendo cargadas de cajas con material médico por los científicos del complejo. Abundaban los contenedores metálicos y el material de investigación. Por complicaciones de última hora, tuvimos que ser nosotros quienes se hicieran cargo del transporte de la preciada carga, muy necesaria en un hospital por la situación de emergencia que se vivía.

Salimos los cinco con las furgonetas y nos dirigimos hacia nuestro objetivo. Pero no llegaríamos indemnes, porque comenzamos a sentir los terribles movimientos del suelo bajo nuestros pies. La tierra se abrió bajo nuestros pies.





Estábamos en el epicentro de uno de tantos terremotos que sacudían la ciudad esos días. La primera de nuestras furgonetas no pudo evitar caer en una grieta recién surgida ante ellos; la segunda de las furgonetas sí pudo evitar la caída. Tras sacar de allí a nuestros compañeros, nos pusimos los cinco en camino en la furgoneta restante.

Pero no llegamos muy lejos. Algunos de los bidones que habíamos salvado de la furgoneta accidentada habían quedado dañados y se habían abierto. Antes de que pudiéramos hacer nada por evitarlo, un olor muy fuerte invadió el habitáculo de la furgoneta. Todo se volvió negro y lo último que escuchamos fue un fuerte golpe.

Habíamos tenido un accidente. Poco a poco íbamos recuperando la consciencia. Dos figuras nos ayudaron a salir del vehículo accidentado. Cuando recuperamos nuestras facultades comprobamos que eran Abigal y un hombre desconocido. Nos indicó que tenía nuevas informaciones sobre el lienzo y que llevaba unos días buscándonos. Nos indicó que el símbolo del lienzo, la extraña figura con forma de distintos animales era el antiguo tótem de su clan.

Decidimos acompañarla para obtener más respuestas. Abigail abrió un portal hacia la Umbra y aparecimos en mitad de un bosque. Avanzamos entre los árboles y encontramos unas humildes cabañas donde estaba reunido su clan de hombres lobo. Nos acompañó a ver al jefe del clan, su padre. Su compañero se transformó en lobo, y entonces lo reconocimos como Hogarth. El padre de Abigail, Steve Handsworth nos miró en principio con recelo al principio, pero una vez le hubo explicado Abigail quienes éramos, estuvo dispuesto a colaborar con nosotros. Nos explicó que el lienzo tenía el símbolo identificativo de su clan y nos pidió que le acompañáramos a una cabaña. Al enseñarle el lienzo nos confirmó que era el tótem del clan, aunque era la primera vez que veía ese lienzo, que no obstante le resultaba muy familiar. Esos mismos símbolos estaban en el santuario refugio del clan, donde se contaba la leyenda de la araña-espíritu de San Francisco. Tras olfatear la tierra, el jefe del clan nos indicó que era antigua y fresca, virgen, en suma. Esa tierra no había sido expuesta aún al Wyrm.



Finalmente nos condujo al santuario, donde él había visto con anterioridad escenas semejantes a las del tapiz. Nos hicieron taparnos los ojos. Se abrió un nuevo pasaje en la Umbra y llegamos a una zona frondosamente arbolada. Una sensación extraña, mágica, nos invade. En un claro nos quitan las vendas y vemos que estamos ente toda una serie de montículos de tierra similares a los del tapiz. Steve nos invitó a examinar los grabados que estaban situados en las piedras.

Estos narraban la llegada del clan Uktena a la bahía de San Francisco, atraído por una fuerza oscura que se podía detectar en la costa oeste del continente americano. Pensaron que era el Wyrm y por ello decidieron luchar contra ello, y desde entonces la tribu no ha hecho otra cosa que no sea luchar contra el caos.

Los montículos representados en el tapiz, nos explica Steve, son de un territorio no muy alejado de aquí, bajo control de los hombres lobo, pero que actualmente está en disputa, por los recientes y continuos ataques de los espíritus que están aprovechando la desestabilización de la situación espiritual de San Francisco. Asumiendo los riesgos, nos pusimos en marcha hacia allí porque sabíamos que encontrar esos montículos era necesario.

En nuestro camino nos vimos inmersos en una zona de batalla entre 2 motoristas de los que ya habíamos combatido en otras ocasiones y varios espíritus. No fue un problema deshacerse de ellos. Entonces llegamos a los montículos de piedra representados en el tapiz. En ellos encontramos diversos grabados muy familiares, similares a los contenidos en el lienzo que nosotros portábamos. Sobre la piedra estaba tallado un gran mapa, que seguía un patrón de líneas sobre un arcaico plano de la bahía que unía diversos lugares entre sí por medio de las rectas. Existían tres líneas principales, de las cuales una nacía de la posición del montículo de piedras en que nos encontrábamos. La otra línea nacía de la posición del primer campamento de los hombres lobo. Por la forma en que se distribuían las rectas, era evidente que éstas formaban un triángulo.

Únicamente nos faltaba la otra parte del tapiz para saber a qué punto hacía referencia la tercera parte. Sabíamos que nuestra búsqueda estaba llegando a su fin y que cada vez estábamos más cerca del final. Fuese el que fuese.


Frases para el recuerdo.


"¿Alguien tiene un poco de lenguaje Flister por ahí?" Felipe (jugador)
"Deprimo a la gente, la hago dormir... To' lo bueno de este juego" Aoki (pj) y Díaz (jugador)
"Cuidado conmigo que yo soy mago" Sunderland (pj)
"Hell Labs" apócrifo
"Yo no soy mago, pero mi personaje sí", Guillermo.
"Voy a soltarle un puñetazo en to'l jerol" Aoki

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