Carnevale: Los Patricios

Una pequeña parte de la nobleza veneciana, sobre todo las grandes familias como los Bragadín o los Dándolo, se sintieron inmediatamente atraídos por la visión del Dogo Manin. Sin embargo, la mayor parte de la nobleza de la ciudad hace años que dejó de deslumbrar. Los vicios, las continuas fiestas y la desidia han hecho mella en ellos. Los infinitos goces que tienen a su alcance no parecen ser suficientes. Nada es lo suficientemente amoral para frenar sus ansías de complacencia. No les detiene ni la sífilis, ni el sufrimiento de los habitantes de Venecia. Cuando un grupo de nobles borrachos asesinaron a un par de muchachos una noche de fiesta, a nadie sorprendió.

Así empezaron las Mascheratas. Razias nocturnas cuyo único objetivo es hallar

desventurados a los que humillar, asaltar y en muchos casos asesinar. El gobierno está liderado por nobles que no desean ver a su prole en la prisión de Plomos, por lo que los nihilistas gozan de una gran inmunidad. De hecho, los más descabellados, se llevan a la propia guardia de la ciudad para protegerse durante sus escapadas infames. Gran parte de la conocida aristocracia empobrecida, las afamados Barnaboti, no dudan en participar en las Mascheratas, deseosos de hacerse notar ante sus acaudalados primos. Quizás la suerte pueda sonreírles un día, provocando su ascenso de nuevo en la escala social.

Además, el panorama político en Venecia augura graves conflictos. Gran parte de los nobles con voto en los consejos, formados íntegramente por Patricios, no desean ceder parte de su poder y defienden a capa y espada el Antiguo Régimen. Una parte de la nobleza, sin embargo, desea cambios políticos importantes en la república, y quieren abrir los consejos a los burgueses. La lucha entre ambas facciones se está volviendo cada vez más agria y más tensa. Hay quien dice que algunas Mascheratas han sido orientadas con fines políticos. Sea como sea, este tipo de actividad ha acabado por confrontar a la nobleza con el vulgo de la ciudad, y con sus protectores.

Tercera entrega de la revisión de las facciones de Carnevale, en este caso se trata de Los Patricios, los decadentes y envanecidos nobles de la ciudad de Venecia.

Los Patricios son una banda muy característica y llamativa debido a los ricos atavíos de los nobles, que ofrecen un importante contraste en sus trajes de carnaval en comparación con sus criados y los guardias de la ciudad que pueden alinear. Movidos por la búsqueda del placer y dispuestos a todo para divertirse, los Patricios organizan las Mascheratas nocturnas en un exceso de decadencia y desprecio por los habitantes de la ciudad. Estas razias a la luz de la luna permiten a los nobles salir a las calles y canales para atacar a todo el que se cruce en su camino, dispuestos a dar rienda suelta a sus más bajos instintos con total impunidad, pues muchas veces les pueden acompañar guardias de la ciudad. Los Patricios representan lo más bajo, decadente y nihilista de la nobleza veneciana, aquellos tan hastiados del lujo en el que viven, que no desean otra cosa que satisfacer sus deseos más bajos, su lujuria más salvaje mediante estas brutales incursiones nocturnas en las que nadie está a salvo. Sin embargo, pese al entrenamiento que reciben los Patricios por haber estado en el ejército o participar en expediciones comerciales o de exploración, luchando contra piratas y otros enemigos de Venecia, en las calles y canales de la Serenísima las cosas no son tan fáciles. Los nobles, deseosos de la emoción de la sangre derramada y la muerte, pueden encontrarse con la horma de su zapato luchando contra las hordas de monstruos Rashaar, la enloquecida magia del Ospedale o los recursos del Gremio.

Muchas Mascheratas son meras salidas nocturnas para diversión de la decadente nobleza, sin embargo, algunas pueden y son dirigidas contra determinados objetivos. Individuos que hayan molestado al Ospedale y que por su posición sería difícil hacerlos ingresar en el manicomio, rivales políticos, ajustes de cuentas, pueden ser el objetivo de una de estas Mascheratas en las que nadie sabe quien las organiza ni quienes participan, ya que van todos elegantemente ataviados con sus trajes de carnaval y máscaras que ocultan sus rostros, otorgándoles el beneficio de la identidad oculta a quienes ya se saben con inmunidad debido a su posición.

Los Patricios son una facción que carece por sí misma de hechiceros, así como de grandes criaturas, como los Rashaar o las mascotas del Ospedale. Sin embargo, para compensar estas carencias, su entrenamiento les otorga la capacidad de "Crecerse ante la adversidad", que niega las desventajas de luchar en inferioridad numérica. Además, cuentan con las mejores opciones de equipo de entre todas las facciones, ya que los nobles pueden adquirir pistolas y espadas, así como verse escoltados por los guardias de la ciudad, que pueden optar por equipar mosquetes con bayonetas, alabardas o espadas. Por otro lado, como opción de relleno y para causar molestias a los adversarios, están los criados de los Patricios: el mayordomo, que por unos miserables 12 puntos lleva incorporada una pistola (un habitante de Venecia con arma de mano cuesta 8 puntos) y la asistenta, capaz de trabar a los enemigos en cuerpo a cuerpo.

La baza más poderosa de los Patricios es El Espectro Negro, un poderoso fantasma de un noble fallecido cuando se abrió la Herida de los Cielos, que acude en ayuda de los Patricios. Esta criatura independiente que sólo puede ser usada por esta facción es muy poderosa, aunque tiene una desventaja: para aparecer, debe poseer a un miembro de la escuadra que tenga el descriptor "Noble" y que no sea el líder. Por ello, a cambio de hacer entrar en escena a este poderoso aliado, el jugador Patricio debe sacrificar a uno de sus nobles elegido mediante el azar de los dados.

Los Patricios son una facción visualmente muy llamativa, con sus barrocos trajes de carnaval, que cuentan con diferentes nobles con sus particularidades y especialidades propias, como el ludópata, el noble sifilítico (que causa miedo debido a las deformidades que le ha provocado su enfermedad) o el ladrón de guante blanco. Sin embargo, el grueso de la banda es mejor formarlo en torno a los Barnaboti, los aristócratas venidos a menos, en torno a los cuales se puede añadir algún otro tipo de noble, una escolta de guardias de la ciudad (imprescindibles debido a su equipo y su alta protección) y se puede acabar completando con algún criado. El conjunto forma una escuadra llamativa, divertida y que no busca nada bueno en las noches de Venecia, al menos nada bueno para aquel que caiga en sus manos y no pueda defenderse.

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